10/9/09

Ego, Esencia y Personalidad

Durante los tres o cuatro primeros años de vida, se manifiesta en el niño la belleza de la ESENCIA, entonces el niño es tierno, dulce, hermoso en todos sus aspectos Psicológicos.
Cuando el EGO comienza a controlar la tierna personalidad del niño toda esa belleza de la ESENCIA va desapareciendo y en su lugar afloran entonces los defectos Psicológicos propios de todo ser humano.

Así como debemos hacer distinción entre EGO y ESENCIA, también es necesario distinguir entre PERSONALIDAD y ESENCIA.

El Ser humano nace con la ESENCIA mas no nace con la PERSONALIDAD, esta última es necesario crearla.

PERSONALIDAD y ESENCIA deben desarrollarse en forma armoniosa y equilibrada.

En la práctica hemos podido verificar que cuando la PERSONALIDAD se desarrolla exageradamente a expensas de la ESENCIA, el resultado es el BRIBÓN.

La observación y la experiencia de muchos años nos han permitido comprender que cuando la
ESENCIA se desarrolla totalmente sin atender en lo más mínimo el cultivo armonioso de la
PERSONALIDAD, el resultado es el místico sin intelecto, sin personalidad, noble de corazón pero inadaptado, incapaz.

El desarrollo ARMONIOSO de PERSONALIDAD y ESENCIA da por resultado hombres y mujeres geniales.

En la ESENCIA tenemos todo lo que es propio, en la PERSONALIDAD todo lo que es prestado.

En la ESENCIA tenemos nuestras cualidades innatas, en la PERSONALIDAD tenemos el ejemplo de nuestros mayores, lo que hemos aprendido en el Hogar, en la Escuela, en la Calle.
Es urgente que los niños reciban alimento para la ESENCIA y alimento para la PERSONALIDAD.

La ESENCIA se alimenta con ternura, cariño sin límites, amor, música, flores, belleza, armonía, etc.

La PERSONALIDAD debe alimentarse con el buen ejemplo de nuestros mayores, con la sabia enseñanza de la escuela, etc.

Esencia es mi alma, el soplo divino que Dios me dio, lo que me mueve a sacar mis virtudes. Ego es mi yo terrenal, lo que me mueve a sacar mis defectos, a actuar visceralmente. Personalidad es la imagen que yo me fabrico según las vivencias de superación o degradación en las que vivo.

Esencia es nuestro ser, nuestra conciencia, lo que todaví­a muchos, no hemos entendido que la tenemos y podemos desarrollar para tener objetivos de amor, paz y felicidad en la vida y con ello crear armas para nuestra salvación.

Ego.- son los defectos creados a lo largo de toda nuestra vida y que controlan nuestro cerebro e incluso nuestra conciencia y personalidad es destrucción total del ser.
Esencia se refiere a nuestra alma. Ego son los agregados psicológicos, el yo mismo. Personalidad se adquiere mediante el ambiente familiar con el que somos educados.


DE LA NOVELA DEL EGO A LA VERDAD DEL ESPÍRITU

Dicen los místicos: Sólo existe Dios, nada más que Dios.
Pero sin embargo existe el infierno, el infierno de la guerra, de la enfermedad, de la muerte, del desamor, el infierno de nuestra vida en esta Tierra. El ego existe y es el que crea ese ilusorio infierno.

¿Y qué es el ego?. ¿Si sólo existe Dios, no es Dios también el ego?. ¿Porqué el ego crea un infierno?. ¿Acaso existe algo más que Yo, mi ego, lo que yo creo ser?. Y ahí nos acercamos al quid de” la cuestión: “lo que yo creo ser”. La mentira de mi personalidad, de mi condicionamiento pasado, que como en una novela repite continuamente el mismo guión. El ego vive en el tiempo, crea el futuro siempre desde el pasado y por eso no deja opción al cambio, a lo nuevo.

No es que el ego no sea Dios, como bien decían los misticos, no hay nada más que Dios. Es que el ego es la gran mentira. El ego es la mente inferior, la mente automática y condicionada, que ilusoriamente se cree separada. Es como una especie de entidad que se ha hecho autónoma. El ego está lleno de creencias erróneas. La creencia principal del ego es la separación, la separación de Dios, la separación de las demás personas, de la Tierra, de todo lo que le rodea. Y el miedo, indisolublemente unido a la creencia de la separación. La creencia en la enfermedad, en el sufrimiento, en el dolor y en la existencia del pecado y el merecimiento de castigo. Y, por su puesto, la muerte, la rueda de la muerte continua. El ego es el gran destructor del amor, de las relaciones y de la vida.

¿Y qué hay más allá del ego?. Realmente una pregunta difícil de responder, pues se pueden dar aproximaciones, pero no se puede entender con las palabras de la mente; puede incluso parecer una locura. Lo único que realmente responde a la pregunta es la experiencia de haber vivido ese espacio más allá de la mente, el silencio, en el que no es necesario el pensamiento. Ese espacio donde el pasado y el futuro personal se disuelven, donde aparece algo más allá de la personalidad, algo que podríamos decir que no tiene forma, pero que es bien palpable para el que lo experimenta. Cuando la mente ha sido sanada suficientemente y limpiada de su condicionamiento pasado, de sus falsas creencias, es entonces cuando puede rendirse a la realidad de Dios, a la verdad del Espíritu y del amor, el cuál ya no será destruido.

Y ¿qué es rendirse a la realidad de Dios, a la verdad del amor?. Pues sencillamente “desaparecer”. Ponerse en manos del Espíritu, dejar de interferir en el mundo y en las cosas con nuestros juicios, nuestras interpretaciones y nuestros planes y deseos, y sencillamente vivir esa frase de “Hágase tu Voluntad” (y no la mía). Es abrirse al corazón, que es unión, aceptación y dejar de oponer resistencia, dejar de buscar salvaciones alternativas. Es reconocer, perdonar y comprender que nadie nos hace nada, que somos nosotros los que creamos lo que tenemos delante. Lo creamos con nuestro ego o a través del Espíritu.

Resulta que cuando uno se rinde - lo que más miedo da -, paradójicamente el Universo comienza a funcionar a nuestro favor. Cuando salimos de nuestra novela personal, la novela del ego, el mundo se vuelve generoso y nos da “lo que ya no deseamos”, que aceptamos entonces y vivimos gustosamente. Somos así “guiados”, llevados”, por otra parte que está en nosotros, más allá de la mente ordinaria. Eso que se ha llamado Mente Superior o Supramental, esa chispa de Dios en nosotros. Esa parte conectada con todo lo demás. Esa parte que se rige por el amor, por la unión, que sabe que la muerte no existe, y que el mundo es un lugar de vida y felicidad.

Cuanto más interfiera el ego, menos se manifestará esa parte superior en nuestras vidas. El ego no es malo ni bueno, simplemente es mentira. El ego deberá seguir existiendo, nuestra personalidad seguirá siendo reconocible, pero será sólo una herramienta en manos del Espíritu que, a través del corazón, dirigirá ahora nuestra vida.


DESENMASCARANDO AL EGO:

Llegar a descubrir la existencia de ese yo falso, que llaman ego,.. atraparlo en todos sus trucos y engaños a nivel de tu manifestación individual, en la de las otras personas y en la sociedad humana global, es un gran avance en el despertar de la consciencia. Este ego es tu mayor obstáculo en el despertar; pero cuando por fin lo puedes “ver”, se inicia un avance más rápido en el que ese ego se va debilitando y tu presencia, tu ser real va emergiendo y actúa conscientemente en ti y en tu entorno.

Cientos de personas están despertando día a día, están descubriendo el “engaño” del ego, la ilusión de la dualidad, y están asumiendo su responsabilidad en el momento presente, accediendo a todo su potencial de poder. El ego global se está debilitando, pero aun tiene mucho poder sobre la masa durmiente, a quienes pretende mantener cautivos con nuevos dramas de pandemias, crisis económica, conspiraciones,.. y su juego predilecto victima-victimario.

Es tu elección.. ¡¡DESPIERTAS!!,.. o te quedas a vivir el drama.


LA ESENCIA DEL EGO
(del libro de Eckhart Tolle “Una nueva Tierra”)

La mayoría de las personas se identifican completamente con la voz de la mente, con ese torrente incesante de pensamientos involuntarios y compulsivos y las emociones que lo acompañan. Podríamos decir que están poseídas por la mente. Mientras per­manezcamos completamente ajenos a esa situación, creeremos que somos el pensador. Esa es la mente egotista.

En la mayoría de los casos, cuando decimos “yo”, es el ego quien habla, no nosotros, como ya hemos visto. El ego consta de pensamiento y emoción, un paquete de recuerdos que identifica­mos con “yo y mi historia”, de papeles que representamos habi­tualmente sin saberlo, de identificaciones colectivas como la nacionalidad, la religión, la raza, la clase social o la filiación política.

El contenido del ego varía de una persona a otra, pero en todo ego opera la misma estructura. En otras palabras, los egos son diferentes sólo en la superficie. En el fondo son todos iguales. ¿En qué sentido son iguales? Viven de la identificación y la separación.
El “yo” conceptual no puede sobrevivir sin el “otro” conceptual. Los otros son más “otros“ cuando los vemos como enemigos. Renegar es una de las estrategias predilectas del ego para fortale­cerse.

El resentimiento es la emoción que acompaña a las lamentacio­nes y a los rótulos mentales, y refuerza todavía más el ego. El resentimiento equivale a sentir amargura, indignación, agravio u ofensa. Resentimos la codicia de la gente, su deshonestidad, su falta de integridad, lo que hace, lo que hizo en el pasado, lo que dijo, lo que no hizo, lo que debió o no hacer. Al ego le encanta. En lugar de pasar por alto la inconciencia de los demás, la incorporamos en su identidad. ¿Quién lo hace? Nuestra inconciencia, nuestro ego.

No reaccionar al ego de los demás es una de las formas más eficaces no solamente de trascender el ego propio sino también de disolver el ego colectivo de los seres humanos.
el peor enemigo del ego es el momento presente, es decir, la vida misma.
El ego implica inconciencia. La conciencia y el ego no pueden coexistir. El viejo patrón o hábito mental puede sobrevivir y reaparecer durante un tiempo porque trae el impulso de miles de años de inconciencia colectiva, pero cada vez que se lo reconoce, se debilita.

Un resentimiento viejo es un agravio. Cargar con un agravio es estar en estado permanente de “oposición” y por eso es que los agravios constituyen una parte significativa del ego en muchos casos. Los agravios colectivos pueden perdurar durante siglos en la psique de una nación o tribu, y alimentar un círculo intermi­nable de violencia.

Cuando nos quejamos, encontramos faltas en los demás y reaccio­namos, el ego fortalece la noción de los linderos y la separación de la cual depende su existencia.
El ego siempre confunde las opiniones y los puntos de vista con los hechos. Además, no comprende la diferencia entre un suceso y su reacción frente a dicho suceso. El ego es un verdadero maestro de la percepción selectiva y la interpretación distorsionada. Es solamente a través de la conciencia, no del pensamiento, que se puede diferenciar entre los hechos y las opiniones. Es solamen­te a través de la conciencia que podemos llegar a ver:

Debemos reconocer al ego por lo que es: una disfunción colec­tiva, la demencia de la mente humana. Cuando logramos reconocerlo por lo que es, ya no lo vemos como la identidad de la otra persona. Una vez que reconocemos al ego por lo que es, es mucho más fácil no reaccionar contra él. Dejamos de tomar sus ataques como algo personal.

Lo único que debemos hacer para liberarnos del ego es tomar conciencia de él, puesto que la conciencia y el ego son incompatibles. La conciencia es el poder ocul­to en el momento presente; es por eso que la llamamos también Presencia. La finalidad última de la existencia humana, es decir, nuestro propósito, es traer ese poder al mundo. Esta también es la razón por la cual no podemos convertir la liberación del ego en un objetivo alcanzable en un futuro. Solamente la Presencia pue­de liberarnos del ego y solamente podemos estar presentes Ahora, no ayer ni mañana.
..¡! DESPIERTA ¡!..

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